Han sido numerosos los análisis científicos realizados y que han puesto en evidencia las modificaciones biológicas de los cereales respecto a muestras testigo tomadas al exterior de la formación :
Otros análisis, también realizados rigurosamente por investigadores científicos, han puesto en evidencia modificaciones asombrosas de las propiedades físico-químicas de los suelos dentro de las formaciones:
Las primeras investigaciones científicas verdaderas han sido realizadas por un equipo de tres investigadores bajo la iniciativa de W. Levengood (equipo BLT) desde 1989. Estos investigadores americanos recolectaron muestras procedentes de agroglifos de diferentes países con el fin de estudiarlas, y publicaron sus resultados en periódicos científicos especializados (3-4-5). Los resultados sobre las anomalías en el crecimiento han sido confirmados por otros investigadores (6).
Estos análisis científicos, aunque no permitieron elucidar la naturaleza del fenómeno, condujeron a conclusiones muy significativas que ponen de relieve las características «extrañas» del fenómeno. Es cierto que estas modificaciones de las propiedades físicas y biológicas traducen de manera indiscutible que las técnicas puestas en ejecución para realizar los agroglifos no tienen nada que ver con las técnicas completamente rudimentarias utilizadas habitualmente por los imitadores. En efecto, el único método que sepan utilizar los hombres autores de las supercherías consiste en aplastar los tallos en el suelo delante de ellos con una simple tabla (mantenida con la ayuda de cuerdas), o de un rodillo delante de ellos que empujan o que tiran; esta técnica rudimentaria no puede provocar a ciencia cierta modificaciones físicas ni biológicas en las plantas.
Pero estos análisis científicos son evidentemente dificiles de llevar a cabo y no pueden ser utilizados para controlar la totalidad de los agroglifos.
Un cierto número de observaciones visuales que se pueden hacer en el suelo permiten sin embargo a cualquier observador distinguir de manera cierta los verdaderos agroglifos de las eventuales supercherías.
Hay que saber en primer lugar que los tallos de trigo (o de cebada) están constituidos de tal manera que están formados por varios segmentos unidos por tres nudos, a alturas diferentes, estando el primero muy cerca del suelo. Estos nudos dan rigidez a los tallos, y les permiten crecer verticalmente.
En la mayor parte de los agroglifos, los tallos de trigo (o de otros cereales) están simplemente plegados muy cerca del suelo con lo que están tumbados horizontalmente en una dirección dada (fotos 1,
2,
3,
4,
5 y
6). Los dobleces están hechas a 2 ó 3 centímetros por encima del nivel del suelo (no necesariamente al nivel del primer nudo (en el caso del trigo) como esto ha sido escrito por error). Así que los tallos no están cortados ni aplastados y estos dobleces no impiden que las espigas sigan su crecimiento y puedan ser segadas normalmente a su debido tiempo (es suficiente que la altura de la segadora esté adaptada, la experiencia muestra bien que una muy pequeña proporción de semillas es perdida).
Todos los campos de cereales están marcados por estas líneas dobles y paralelas dejadas por las ruedas del tractor cuando los atraviesa en primavera en el momento de la siembra. En general, el trigo (por ejemplo) no ha sido sembrado en estas líneas y la tierra sigue estando desnuda (lo que permite por otra parte a los visitantes cruzar los campos sin dañar los cultivos, al andar por estos rastros). Pero los granos de trigo que se sembraron al borde de estos rastros a menudo fueron aplastados por las ruedas del tractor. En consecuencia la germinación de estos granos va a acusar un cierto retraso respecto a la de los otros granos. En efecto se puede observar al principio del verano unos tallos de trigo más cortos y de color verde, estando alto y dorado el resto.
Pero se observa frecuentemente entonces que, dentro de un agroglifo, estas espigas con retraso en el crecimiento no han sido tumbadas sobre el suelo contrariamente a las que las rodean (fotos 7,
8,
9,
10 y
11) y permanecen levantadas hacia el cielo. Se obtienen así hileras de espigas verticales al borde de los rastros de tractor, dentro de una zona donde todas las espigas están acostadas en el suelo, lo que puede parecer como una imperfección del dibujo.
Este fenómeno que a primera vista parece extraño, de hecho puede explicarse fácilmente.
En efecto los agricultores observaron que este fenómeno aparece también cuando, en un campo, los trigos se ven inclinados por una fuerte ráfaga de viento como pasa a menudo. Los trigos son tumbados al suelo por el viento, pero sin formar ningún dibujo geométrico. Sin embargo en estos casos cuya causa es natural, se pudo observar que las espigas con retraso en el crecimiento pueden seguir levantadas e intactas, lo que significa simplemente que resisten mejor a la fuerza del viento (son además en general más flexibles, puesto que son más jóvenes y aún verdes).
Se puede comprender entonces que dentro de los agroglifos, de la misma forma, estas espigas con retraso en el crecimiento pudieron resistir a la fuerza aplicada para plegar los tallos, porque esta fuerza se aplicó con una intensidad mínima de tal modo que actúe sobre los trigos con crecimiento normal, pero no sobre aquellos con retraso en el crecimiento, que son más flexibles y resistentes.
Se comprende también que a veces estos trigos al borde de los rastros de tractor pueden sin embargo haber sido tumbados al suelo no por una fuerza exterior que haya sido aplicada, sino por los trigos adyacentes que se tumbaron y que apoyaron se en ellos (foto 12). El resultado depende entonces de la dirección en la cual se acostaron los tallos.
Esta observación es una señal de reconocimiento clara e indiscutible de un agroglifo auténtico. Es evidente en efecto que la utilización de una tabla de madera o un rodillo para plegar los tallos tendría como efecto aplastarlos todos sin distinción.
En el interior de ciertos agroglifos, e independientemente de la observación precedente sobre los tallos intactos a lo largo de las hullas de tractor, se puede tener la impresión de un «trabajo mal hecho», en el sentido de que los tallos de trigo (o de cebada) no están todos tumbados en el suelo: una cierta proporción permanece intacta y más o menos en posición vertical. Frente a este hecho, hay que abstenerse de pensar que este aspecto inacabado o mal hecho puede ser asociado a una realización humana. En efecto, la utilización de una herramienta mecánica (tabla o rodillo) no permitiría dejar de pie un cierta proporción de espigas. Por el contrario, esta observación es la prueba de que no es una fuerza mecánica la que ha sido aplicada (dicho de otra manera no es un método humano), sino que indica sencillamente que la intensidad de la fuerza fué insuficiente para doblar todas las espigas, con lo que una pequeña proporción de ellas, las más resistentes, permanecieron de pie (fotos 13 y
14).
Es posible a veces descubrir dentro de los agroglifos moscas (u otros insectos) muertas y pegados sobre los tallos, el cuerpo desecado y las alas abiertas. Se pueden encontrar también erizos muertos, el cuerpo completamente desecado. Esta observación tiende a mostrar que estos insectos o estos animales fueron sorprendidos por una subida de temperatura muy fuerte, que habría sido de corta duración puesto que no se dañaron los cereales.
Efectivamente, se piensa en general que los tallos se doblaron en su base después de haber sido ablandadas para que no se rompieran, y que este reblandecimiento fue causado por una subida de temperatura muy dirigida y de muy corta duración (pruebas realizadas en laboratorio por el equipo BLT dirigido por W. Levengood parecen efectivamente confirmar esta interpretación). Se puede comprender entonces que, para evitar todo daño en los cultivos, esta subida de temperatura esté regulada al mínimo, y que en consecuencia una pequeña proporción de los tallos, los más resistentes, se ablandan menos y en consecuencia se doblan menos. Por otro lado esta observación sobre las moscas y los erizos desecados no es compatible con una acción mecánica humana. Es entonces otra una prueba de la naturaleza auténtica del agroglifo.
Los agroglifos emiten una energía sutil. Podemos sentir esta energía directamente en nuestro cuerpo físico; sin embargo ciertas personas son más sensibles que otras a esta energía. Basta para eso tomar unos momentos para centrarse en sí, y tomar conciencia de las sensaciones sutiles que aparecen a nivel de las palmas de las manos por ejemplo, de los pies o de la cabeza. De manera lógica, esta energía es tanto más intensa cuanto la formación sea reciente, y se esfuma con el tiempo; es también tanto más fuerte cuanto que uno se sitúe cerca del centro del motivo, y se esfuma cuando uno se desplaza hacia el exterior.
Esta energía puede medirse con ayuda de un péndulo; es también muy fácil evidenciarla utilizando varillas paralelas de radioestesista. Estas varillas amplifican de manera espectacular las variaciones de energía cuando se penetra o se sale de una formación. La intensidad de esta energía sutil es otra firma de una formación auténtica; se pueden observar variaciones de energías similares, es decir igual de fuertes, en los emplazamientos megalíticos (fotos 15 y
16).
Aunque la mayoría de los agroglifo miden varias decenas de metros (o incluso varias centenas), y cubren entonces varias líneas de tractor en las cuales se puede circular sin dejar marcas de pasos, sucede a menudo que incluyen pequeños motivos situados integramente entre las huellas del tractor. Si el hombre hubiera sido el autor de este trabajo, entonces inevitablemente hubiera dejado marcas aplastando los trigos para acceder y realizar estos motivos. Sin embargo las primeras visitas de un lugar auténtico no muestran tales marcas (fotos 17 y
18).
Desde que los motivos representados ya no son simplemente circulares (final de los años 1980), todo el mundo ha podido observar una enorme variedad de estos motivos puesto que, en realidad... ¡nunca han aparecido dos iguales! y que su complejidad sigue creciendo año tras año, y el número de agroglifos observados es de varios miles.
Esta complejidad es en realidad una respuesta a los observadores incrédulos: está claro que estas «esculturas en los campos» no pueden ser realizadas por el hombre sin que éste sea sorprendido en su acción.
En efecto, ciertos dibujos en los campos están realizados a veces con fines publicitarios, y pueden ser relativamente elaborados. Pero su realización implica la participación de un equipo de varias personas que trabajen al descubierto durante varios días. Y la técnica empleada para tumbar las espigas es siempre y forzosamente simple, puesto que por ejemplo el hombre es incapaz de doblar los tallos o de reflejar todos los efectos que se pueden observar en los otros. Ahora bien, ...
Aunque el misterio que cubre el fenómeno de los agroglifo se debe principalmente a que estas obras se realizan casi siempre a espaldas de los hombres, resulta sin embargo que el número de observaciones significativas que permiten evaluar la duración necesaria para su formación ha crecido. Mejor aun: un número no despreciable de personas ha podido ver directamente un agroglifo en curso de creación, y ha podido dar testimonio.
Uno de los primeros testimonios significativos es el de dos pilotos de avión expertos del fenómeno de los agroglifos que, un día de 1996, pasaron en dos ocasiones sobre el emplazamiento de Stonehenge. La primera vez no observaron nada inhabitual en los campos; ¡la segunda vez, media hora después, un espléndido agroglifo estaba allí&! muy cerca de los megalitos. Fué formado a espaldas de todos los visitantes presentes en este lugar. Evidentemente, no podía haber sido hecho por el hombre (fotos 19 y
20).
Varias decenas de observadores «afortunados» pudieron ver directamente un agroglifo formarse bajo sus ojos, y sus testimonios han concordado todos (remitirse a los libros especializados sobre el tema (2-7-8-9-10-11)): ¡esto se hicieron en un tiempo cercano a una decena de segundos! sin que ninguna presencia haya podido ser detectada. A veces, la existencia de «bolas luminosas» en movimiento muy rápido por encima del campo se asoció con la realización del agroglifo.
Al mismo tiempo que los motivos representados se vuelven cada vez más complejos cada año, se puede observar que los métodos de plegado son también cada vez más sofisticados, aunque algunas formaciones siguen siendo relativamente simples.
Es evidente una vez más que estos métodos de doblado sofisticados y aplicados de una manera limpia no pueden asignarse al hombre.
Desde hace unos años, se observan a menudo círculos, aislados o integrados a figuras complejas, que manifiestamente son excéntricos, el sentido en el que los tallos de los cereales están tumbados alrededor de un punto el cual es claramente distinto del centro geométrico (foto 17). Esto es muy significativo ya que la única técnica utilizada por los falsarios para trazar un círculo es plantar un palo en su centro geométrico, y luego enlazándose a este palo con una cuerda, girar a su alrededor con una tabla. Las espigas entonces están necesariamente aplastadas alrededor del centro geométrico del círculo.
Todas las observaciones anteriores muestran que un gran número (por lo menos) de agroglifos son realizados por causas o autores que no pueden confundirse con el ser humano, y que plantean pues el problema de su origen. ¿ Por quién, o por qué fueron realizados?
En realidad, y contrariamente a lo que a veces se ha escrito en los años 1990, parece que la casi totalidad de los agroglifos observados actualmente sean auténticos. En todos los casos, aunque una cierta (pequeña) porción de ellos es efectivamente el resultado de la actividad de ciertos seres humanos con motivaciones dudosas o por razones publicitarias, sólo son dignos de nuestro interés los agroglifos auténticos, que no son hechos por el hombre pero que van dirigidos al hombre.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS (para esta página):
2 : Colin ANDREWS et Stephen SPIGNESI - Crop Circles, signes et contacts : nouvelles révélations (Ed. Exclusif), p 65.
3 : W.C. LEVENGOOD - Anatomical anomalies in crop formations plants - Physiologia Plantarum, vol. 92 (pp 356-363), 1994.
4 : W.C. LEVENGOOD, J. BURKE - Semi-molten meteoric iron associated with a crop formation - Journal of Scientific Exploration, vol. 9, n° 2 (pp 191-199), 1995.
5 : W.C. LEVENGOOD, N. P. TALBOTT - Dispersion of energies in worlwide crop formations - Physiologia Plantarum, vol. 105 (pp 615-624), 1999.
6 : Eltjo HASELHOFF - Les cercles dans les blés et leurs mystères : recherches scientifiques et légendes (Ed. Favre).
7 : Michael HESEMANN - Messages, l'énigme des « crops-circles » (Ed. Trajectoire).
8 : Werner ANDERHUB et Hans Peter ROTH - Le Mystère des Crop Circles (Ed. Véga).
9 : Andreas MULLER - Crop Circles - Géométrie des cercles de culture, étude des phénomènes, recherches (Ed. Véga).
10 : Umberto MOLINARO - Des Cercles dans la nuit - Une enquête inédite sur le phénomène des Crop Circles (Ed. Equilibre).
11 : Lucy PRINGLE - Crop Circles - The Pitkin Guide (en anglais).
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